Las hilarantes intervenciones de Gervais en los Globos de Oro le han dado enorme publicidad, y es a ellas a las que más debe su notoriedad por estos lares, pero tienden a ocultar el verdadero alcance de su genio, explotado y demostrado de manera más evidente en su carrera televisiva. Es sin embargo en esos desternillantes monólogos ante la plana mayor de Hollywood donde podemos encontrar dos de las claves de su carrera: por una parte, sus inviolables principios sobre los límites del humor (que se resumen, básicamente, en que no hay tal límite). Por otro lado, su interés por los peligros de la celebridad, tema que le obsesiona hasta el punto de haberle dedicado una serie entera y sobre el que él mismo tiene mucho que decir: la fama le llegó algo tarde, pero la ha abrazado con ganas. Tras una existencia normal y corriente transcurrida entre varios oficios normales y corrientes y pequeños trabajos para la televisión, Gervais alcanzaría un súbito y merecido reconocimiento a los cuarenta años, cuando parió junto a su colega Stephen Merchant una de las comedias de lo que va de siglo: la serie The Office (2001 – 2003), inmenso éxito de la BBC.
Artículo completo disponible en el número 6 de la edición impresa de Jot Down: “Políticamente incorrecto”.