Ernest Hemingway: ramificaciones culturales de una nevada primaveral en Madrid

The Killers (1946). Imagen: Universal Pictures

Hablemos del destino, esa variable caprichosa que la juventud identifica con el futuro y la madurez con las oportunidades perdidas. Ese motor de la toma de decisiones, esa variable de causa que prevé un efecto, y cuyos resultados a toro pasado descubren a una pléyade de listillos: «ya te lo dije», «si es que ya lo decía yo» y demás. «Sea el maestro de su destino» y otros mantras de autoayuda pueden ser un reclamo eficaz para la venta de libros en periodos carenciales, pero conviven bastante mal con esa lógica matemática que asegura que el aleteo de una mariposa en Argentina, o Australia, o Sevilla provoca maremotos en China. Lógica que olvidamos a diario, bajando al banco a firmar un préstamo o un plan de pensiones así, como quien no quiere la cosa, planificando los próximos veinte o treinta años de nuestra vida con la debida suficiencia e ignorando que nuestro destino, el del barrio, el del país y el de la humanidad puede depender de que uno le eche dos hielos al gin-tonic, o tres.

De la misma manera, entregarse a elucubraciones sobre «qué habría pasado si» tiene algo de ejercicio inútil. Tanto como el de «si no hubiera sido por». Ya saben: «es que Luis Aragonés dejó a Raúl en casa, y de ahí todo»; «la edad de oro de las series si no llegan a hacer Twin Peaks ya me dirás tú»; «es que sin Los Beatles y su “Helter Skelter“, el heavy metal como que no», etcétera. Pasatiempos estos tan amenos como estériles, pero oiga, de entretenimientos inútiles está nuestro ocio lleno. Proponemos aquí una de esas deducciones hipotéticas de causa y efecto que espero le justifique al menos el tiempo de lectura: consiste en inferir, dentro del inmenso conglomerado de hechos, posibilidades, alternativas, detonantes y resultados que conforman el devenir humano, las consecuencias de que Ernest Hemingway no pudiera ir a los toros el 16 de mayo de 1926 debido a una nevada caída en Madrid.

Enlace al artículo completo.

Acerca de Iker Zabala

Iker Zabala, ingeniero de telecomunicaciones, aficionado al cine, la música y la literatura y colaborador de la revista Jot Down. Me puse muy estupendo con los amigos, denostando con mucha suficiencia Twitter y otras "redes sociales" y jurando que jamás me abriría una cuenta ahí. He creado este blog para disimular y vencer el mono.
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