Raymond Carver: De qué hablamos cuando hablamos de la muerte

La última noche de su vida Raymond Carver, enfermo terminal de un cáncer de pulmón que se había extendido a la cabeza, vio una película en vídeo en el salón de su casa en Port Angeles, Washington. Después le dio un largo beso de buenas noches a su esposa, se fue a dormir y ya no se despertó. Fue una despedida muy coherente con el estilo de un escritor que dedicó su carrera a encerrar dramas ancestrales y universales en entornos de cuatro paredes domésticos, cotidianos y muy reconocibles. La película elegida para esa última noche también tuvo su coherencia: Ojos negros, adaptación de varios relatos de Antón Chéjov con Marcello Mastroianni de protagonista. Carver siempre tuvo en Chéjov un modelo a seguir (un retrato del autor ruso colgó durante años sobre su máquina de escribir) y el último relato que publicó en vida, Tres rosas amarillas, narra la noche en que Chéjov, enfermo de tuberculosis, bebió champán en su lecho de muerte antes de su último suspiro. La brutal elocuencia de Carver, su capacidad de delinear con extrema claridad y crudeza la realidad más fiera e inevitable, mutó aquí en una especie de premonición fatal, pues poco tiempo después de publicar el relato Carver supo que también él, como Chéjov, padecía fatalmente del pulmón. Cuando fue evidente que su muerte sería cuestión de semanas, Carver se entregó a una lúcida y tranquila asunción de lo inevitable, a toda la placidez familiar y doméstica que la enfermedad le permitió, y compuso varios poemas finales, conclusivos, extrañamente serenos en ocasiones, a modo de cierre de cuentas con la vida. Escribió sus últimos versos pocos días antes de morir ese 2 de agosto de 1988. Tenía cincuenta años.

Enlace al artículo completo.

Publicado originalmente en la Jot Down Smart de octubre de 2017. Disponible aquí.

Acerca de Iker Zabala

Iker Zabala, ingeniero de telecomunicaciones, aficionado al cine, la música y la literatura y colaborador de la revista Jot Down. Me puse muy estupendo con los amigos, denostando con mucha suficiencia Twitter y otras "redes sociales" y jurando que jamás me abriría una cuenta ahí. He creado este blog para disimular y vencer el mono.
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