
Si las mejores películas son las que apelan a tus arraigos más profundos, las que piden hueco en tu fondo de armario sentimental, las que penetran en tus capas de prejuicios con nueva luz, invitándote a reconsiderar tu relación con el entorno, entonces La virgen de agosto es una gran película en sentido estricto, casi empírico: transcurre en el centro de Madrid durante el mes de agosto, fui un día de agosto a verla a un cine del centro de Madrid y al salir la ciudad adquirió a mis ojos otra perspectiva. De repente era un lugar mucho más estimulante, sugerente, atractivo. Un lugar mejor.